En Septiembre de 2021 me fui a vivir a Valparaíso. La casa era grande, antigua, y tenía un departamento independiente que el dueño arrendaba a otras personas. Un par de meses después de haber llegado ese departamento quedó vacío en busca de un nuevo arrendatario. De ociosx, un día entré a mirarlo. Estando ahí descubrí que era un espacio pequeño pero acogedor, y que tenía un potencial que podía ser aprovechado.

Después de algunos cálculos y un par de conversaciones partí a comprar una que otra cosa para armar el espacio, y en Diciembre ya teníamos andando «La morada», un espacio acogedor que arrendamos por Airbnb. Y, la verdad, fue un éxito. Pasó todo ese verano lleno, y cada huésped que llegaba se iba feliz de haberse quedado allí. De Europa, de Brasil, de Chile. De muchos lugares llegaron personas a recorrer las calles de Valparaíso con esta como su morada.

Fue un proceso creativo constante y muy entretenido. Siempre busqué nuevas formas de entregarle a las personas que se quedaban más que simplemente un alojamiento: quería que se llevaran una experiencia. Detalles como una cajita metálica con un papel dentro que contenía la clave del Wifi, o mensajes ocultos detrás de una puerta fueron pequeños guiños que hicieron de este un lugar verdaderamente especial.

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